Eclosión

Héctor López

Vicepresidente ONG Construye Mundo

Me gustaría comenzar mi primera intervención en este recién estrenado blog de Construye Mundo dándoos a todos, socios, amigos, simpatizantes y curiosos una calurosa bienvenida. Este blog pretende ser un espacio público que sirva como vía de expresión de las experiencias, reflexiones y sentimientos de todo aquel que tenga relación con nuestra organización y con el trabajo que llevamos a cabo. Os animo a todos a que participéis activamente con vuestros comentarios o a que contactéis con nosotros si queréis narrar alguna experiencia junto a Construye Mundo.

Nuestra organización se fundó hace ya más de dos años, surgiendo de la experiencia e ilusión atesorada por varios voluntarios de otras ONGs. Somos por tanto una agrupación joven pero con una intensa vida. Nos ha dado tiempo a trabajar mucho, hacer algunas cosas bien y cometer muchos errores. Es de estos últimos de los que sin duda más hemos aprendido y pienso que es uno de nuestros principales valores: la constante crítica y revisión de nuestras actuaciones desde un enfoque constructivo y siempre buscando mejorar y profesionalizar nuestras decisiones, con el objetivo de hacer auténtica Cooperación al Desarrollo y generar un bienestar duradero entre quienes más lo necesitan. Por todo ello, en estos dos últimos cuatrimestres hemos decidido concentrar cada vez más nuestros recursos y nuestros esfuerzos en una población beneficiaria concreta: los habitantes de la Región de San Louis, al norte de Senegal, centrando incluso aún más nuestro trabajo en el árido Departamento de Podor, una de las áreas más pobres, aisladas y olvidadas de la tierra. Construye Mundo ha decidido apoyar proyectos que generen riqueza en esta deprimida área rural,

que sean autosostenibles con celeridad y que surjan de los miembros de la comunidad, siendo además ésta la receptora de los beneficios. Son los Comités de Gestión Comunitaria(CGC) los que vehiculan a la perfección estos condicionantes. Representantes de todos los sectores de cada aldea que reciben formación en valores democráticos y de reflexión, adquieren habilidades contables y comunicativas, y son herramienta de cambio y de ejecución de las ideas que surgen para mejorar su calidad de vida, siempre dispuestos ser agentes activos mediante la aportación de sus escasos bienes y de su trabajo.

Construye Mundo ha decidido apoyar cinco de estos proyectos en el año 2010. Nuestra Presidenta Judit Arroyo y yo mismo realizamos un intenso viaje de cinco días a Senegal con el fin de visitar las aldeas donde se desarrollarán dichos proyectos, evaluar la pertinencia de los mismos y conocer y escuchar a los beneficiarios.

El 28 de marzo tomamos tierra en Dakar, donde hicimos noche. A la mañana siguiente partimos con Souleiman, nuestro incansable chófer, en dirección a la ciudad de San Louis, donde nos esperaba Sam, nuestro traductor habitual( el wolof y el pulaar se nos dan fatal). Los baobabs, esos extraños árboles sacados de un sueño fantástico, salpican el árido paisaje de la carretera. A partir de aquí nos dirigimos al interior del país, paralelos al río Senegal, frontera natural y política con Mauritania. Discurrimos por una carretera infernal trufada de baches y agujeros que convierten la marcha en un auténtico calvario. Casi no circulan coches por las carreteras de Senegal y el tren y los vuelos internos no existen: la actividad económica y personal es casi nula. En Ndioum nos espera el último miembro de este ecléctico grupo de lucha contra la pobreza: Samba, un gigantón alegre de casi dos metros, enlace de nuestra contraparte, y que ejercerá de maestro de ceremonias en las visitas a los pueblos de Podor. Al atardecer llegamos a Golleré, donde nos reunimos con un CGC formado por mujeres que quieren mejorar sus ingresos tiñendo telas que actualmente se importan de la vecina Mauritania. Compartimos con ellas la cena que nos preparan, comiendo todos con la mano del mismo plato, sentados en el suelo, mientras se conversa en cuatro idiomas. Pasamos la noche en el tejado y nos dormimos con los ojos llenos de estrellas. El día siguiente es aún más intenso. Por la mañana nos dirigimos a Thilouky, una aldea en medio de la nada a la que se accede por una pista de tierra de más de 20 kms. Nos regalan una calurosa bienvenida: bailes, pancartas, cantos, sonrisas, coloridos trajes…todos los habitantes de la aldea están allí. Conocemos a sus principales representantes y nos reunimos con el CGC, que nos propone que apoyemos la puesta en marcha de un colmado que provea al pueblo de alimentos y otros productos básicos y contribuya a aliviar en cierta medida su aislamiento y su pobreza. Nos resulta gente con mucha energía y ganas de trabajar. Partimos de nuevo en nuestro modesto vehículo, aplastados por el calor y la sed, en dirección a Galoya, donde nos espera otro apasionado recibimiento. Nos reunimos con su CGC en un atestado soportal y nos van desgranando los detalles de su humilde proyecto: cultivar hortalizas en una tierra colindante. Lo tienen todo pensado y sólo necesitan un poco de ayuda para comenzar.

Nuestra última parada, lugar donde pasaremos la noche, es la aldea de Ngouyé, junto al río Doué, afluente del Senegal. Estas gentes no dejan de sorprendernos. Cantantes y músicos animan el baile de un grupo de mujeres en la orilla del río al atardecer, mientras un barco de remeros y decorado para la ocasión nos da la bienvenida en una bella exhibición de fuerza y pericia. La reunión con el CGC se lleva a cabo en un edificio comunitario, futuro almacén para su proyecto: la creación de una cooperativa de arroz para gestionar el producto de sus agricultores y no resultar engañad

os por los especuladores. Por la noche cenamos de nuevo todos del mismo plato, con la mano derecha, siendo los comensales blancos y negros, católicos y musulmanes, hombres y mujeres, ricos y pobres, cultos e iletrados, hermanados por el deseo de ayudar a los más débiles. Dormimos sobre una espuma en la azotea. El lento discurrir del río, la luz blanca de la luna que baña estas secas tierras y el titilar de miles de estrellas nos regalan un plácido sueño y un merecido descanso reparador.

Al día siguiente visitamos el último poblado, Roumdé Diawé, una villa casi tribal que agrupa diversas familias, con más de 300 años de antigüedad. Bailes y cantos a ritmo de tambor para recibirnos, las mujeres con sus más coloridos trajes, los hombres solemnes o sonrientes…Nos reunimos bajo un porche de techos de paja y columnas de troncos de madera, sentados en esterillas. Samba y Sam traducen los discursos de los prebostes de la villa y nos cuentan su proyecto: la creación de una granja ovina con la que obtener algún beneficio para los gastos comunes del pueblo.

Comemos en Ndioum, donde realizamos una reunión de evaluación con Samba en la que se confirma nuestra decisión de adelantar la financiación de los proyectos a este año, vista la ilusión y claridad que muestran estas gentes, siendo perfectamente viables y generadores de riqueza y empleo. Hemos cogido cariño a Samba y nos da pena despedirnos de él, pero sabemos que volveremos a verle pronto.

Retornamos a San Louis, donde nos reunimos ya tarde con Bouna Warr, representante de la Agencia de Desarrollo Rural del Ministerio de la Descentralización del Gobierno de Senegal(uf, que largo), quien nos detalla un plan de coordinación entre ellos y la Aecid para apoyar proyectos de desarrollo en educación, sanidad y aguas en el Departamento de Podor, por lo cual nos parece que nuestro Programa de Desarrollo Rural Productivo para dicho departamento resulta muy pertinente y perfectamente complementario a este. Hacemos noche en nuestra querida San Louis y dormimos con ella el triste sueño del olvido de un pasado que siempre fue mejor…

Nuestro último día en Senegal comienza con un viaje a Thies para asistir a una reunión de formación de Facilitadores de nuestra contraparte, figura que fomenta y mantiene la creación de CGCs en los pueblos de Senegal. Conocemos por fin a Khalidou Sy, su Director General, con quien Judit ha mantenido contacto continuo y directo a través del correo para planificar este viaje. Nos recibe con cordialidad y compartimos almuerzo en el comedor del Centro de Capacitación. Allí surge una buena química y ganas de compartir más proyectos en el futuro. Partimos hacia Dakar, que nos recibe con su habitual atasco de infierno. Pasamos unas horas junto a la familia del hermano de Sam, mientras el octogenario presidente de Senegal realiza un interminable discurso televisivo en la inauguración de un edificio nuevo de una cadena de televisión. Tomamos nuestro vuelo al anochecer después de despedirnos de Souleiman y de Sam, a quienes también volveremos a ver. Nos sentimos muy satisfechos con el intenso trabajo realizado y tremendamente ilusionados con el trabajo que habrá que realizar. Las luces de la ciudad de Dakar, extremo occidental de África, se pierden en la oscuridad de la noche…

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