Sobre los viajes solidarios: Pilar Ruíz

Viaje de prospección para el próximo Viaje Solidario Senegal, 13 de nov al 3 de dic. 2013

¡Hola a todos!

Lo que más me ha gustado es ante todo ¡sus gentes! Me encantan los y las senegalesas, son muy guapos y elegantes, y sobre todo muy hospitalarios, amables y agradecidos. Esta es su famosa Teranga Senegalesa, la he disfrutado desde la llegada con nuestro fantástico guía Lamine y ya desde ese momento ha estado presente en todo el viaje.

La parte de viaje turístico, me ha venido genial para desconectar en las playas de arena fina, donde pasear, hacer un poquito de yoga y descansar. Si es cierto que existe un cielo, debe de ser algo parecido a eso.

Lo que más me ha causado impresión,  es el día y noche en el Desierto de Lompoul, fue un experiencia digamos espiritual. El desierto tiene una energía muy de tierra y a la vez volátil algo muy pero que muy especial. Diría que para mí es un lugar de magia donde se conecta con lo más profundo de uno mismo sin hacer nada especial, solo sentir y sentir. Por supuesto que la haima y la magnífica cenita, a la luz de las velas, también contribuyeron a a ese 9,9 con el que Iciar y yo puntuamos esta estancia: enclave, comida, habitación, baños todo es para disfrutarlo y volver a disfrutarlo.

La ciudad de San Louis  también me pareció imprescindible, muy VIVA. Tiene tres zonas diferenciadas: la península, la isla y la lengua de barbarie, percibí tres ambientes diferenciados y cada uno de ellos con su carisma. La parte de la península es el pueblo puro y duro, una ciudad trepidante pero no muy grande, muy viva. La península me pareció la zona más turística y con encanto: antiguas casas francesas coloniales, muy cultural e igualmente viva. Y la lengua de barbarie donde se juntan la isla y la lengua, aparece con el pueblo de pescadores, una calle principal donde la vida late en cada paso que se da, donde las cabras viven con los niños, las gallinas, los abuelos y por supuesto los pescadores. Las amas de casa sacuden los cepillos fuera y tienden sus ropas. Donde se vive en la calle porque parece ser (esto nos lo comento nuestro guía Lamine) que las casas son tan chicas que sirven solo para dormir.

Los demás hoteles y campamentos, son muy agradables y acogedores, en cada uno de ellos comentaba: aquí me quedaría más días, sobre todo en el Campamento de Bazouk, en la isla de Marlodkj. Justo frente a los manglares que parecen salidos de un cuento, donde puedes  flotar y fluir con la naturaleza en cada respiración.  La vida del poblado  aporta la vivencia de lo auténtico del trabajo de la tierra y del agua.

En cuanto a la visita a los poblados de Podor, y al proyecto de acuicultura de Jarum Jën, ha sido una parte del viaje imprescindible para valorar en primera persona los proyectos que se ponen en marcha gracias a las aportaciones de los socios, gracias a Construye Mundo, te das cuenta de que con tan poco, se puede hacen tanto.

Un banco comunitario que son 500 € ayuda a 10 personas y de paso a su poblado a llevar una vida más digna y dependiendo de ellos mismos, que es algo que he valorado enormemente durante esta visita. Profesionalmente me dedico al Coaching entre otras cosas, y como tal mi lema es “enseñar a pescar, más que dar el pescado” por lo tanto esto es lo que he visto que hacemos desde Construye Mundo y me siento totalmente alineada en esos valores y la manera de ponerlos en práctica.

Por otro lado, el vivir durante unas horas, comer y dormir con ellos, ha sido un experiencia donde lo que prima es la acogida y gratitud por parte de las personas del poblado, representadas por sus comités de gestión comunitaria. He visto el adelanto que supone el tener una formación para poder gestionarse, y me he dado cuenta, que de esta manera se puede avanzar y crecer.

Además al estar en los poblados y conocer de primera mano cómo viven realmente, me ha hecho reflexionar sobre las quejas que aquí tenemos instaladas de crisis y demás cuestiones, y donde aquí en general lo que nos falta es el estado de bienestar al que estamos acostumbrados, a ellos les falta en muchos casos las necesidades básicas: comer, alojamiento, ropa…, pero lo que tienen en demasía es alegría y gratitud.

 

Todo esto hace que merezca la pena visitar con un viaje solidario Senegal, ya que se cubren diferentes frentes:

1-    –  Conocer de primera mano los poblados donde los proyectos están en marcha. De esta manera se valora la labor de la ONG. Se disfruta de su hospitalidad y se brinda esperanza de desarrollo. Importante en este punto el respeto por las costumbres, abrir la mirada a aprender y dejarnos sorprender.

2-    –  Comprender y valorar lo que tenemos aquí.

3-     – Ayudar a la economía del país mediante el turismo.    

4-     – Contribuir con una pequeña aportación (50 €) a Construye Mundo, ahora que sabes dónde van destinados los ingresos, queda un poso de mayor confianza.

5-  – Aumentar el compromiso solidario, al ver, sentir, escuchar y vivir en primera persona el valor de la Solidaridad en movimiento.

 

 

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